Un amigo paceño, algo demasiado
jungueanológico empero, resume los sentidos del tinku así: "Toda
confluencia o encuentro que enfrenta a dos opuestos antagónicos y mutuamente
excluyentes, cuyas fuerzas contrapuestas están equilibradas, de tal modo que
son iguales entre sí y pueden unirse contradictoriamente en un tercer
término" - sin dejar de mencionar su referencia erótico-sexual: el quechua
tinkunakuspa, "encuentro sexual prematrimonial de una pareja", que,
en contexto comunitario, traduce como "cópula simbólica" que
complementa y restituye la unidad y equilibrio entre los dos lotes de un ayllu
(F. Montes, La máscara de piedra, La Paz, 1999). Ahora bien, si el tinku
restablece la unidad se trata de veras de una unidad dual o doble, si cabe la
expresión, por lo cual se podría decir que el tinku a la vez guarda la
diferencia: el tinku se da (en uno o en una) entre más de uno (o una), mas no
necesariamente entre opuestos o excluyentes. Nomás entre diferentes. Dicho de
otro modo, el tinku no disuelve ni supera el diferendo en un "tercer
término" más universal, sino, impidiendo la fusión o confusión, da tiempo
al entre-tenerse en la diferencia, al entrevero.
Que esto ocurra, aconcaguamente hablando,
justo en Lampa - literalmente entonces, al amparo de la luz intimante de la
lámpara-idioma aymara, en una litera- pudiera llevarnos a columbrar que el
encuentro en cuestión fuera antes que nada amoroso, engendrador acaso, en todo
caso deseante, deseoso encuentro, por más dura que sea la litera y por más que
sobre la litera dura tal encuentro pudiera volverse a ratos desencuentro. Mas
un encuentro asegurado de antemano, un encuentro enteramente programado,
previsto y calculado, un encuentro sin riesgo, ¿sería de veras un encuentro?
Para concluir ya sin concluir tal vez nada, para darle algún provisorio
desenlace a esta inopinada "relación" de la litera dura indígena,
vayan pues, económicamente hablando, las siguientes preguntas:
1. ¿Qué estatuto tiene esta relación? ¿Es
una historia de verdad, esto es, se fundamenta en algún saber rematadamente
cierto? ¿O se trata nomás de una ficción, de una creación o bella invención,
perteneciente a lo que Occidente (y especialmente el Occidente moderno) ha
venido llamando per secula Literatura? Y si no fuera reducible ni a uno ni a
otro estatuto, ni de verdad ni de ficción, ¿qué carajo sería?
2. ¿Es posible hablar de "literatura
indígena"? Es posible, qué duda cabe, lo estamos haciendo ahora mismo. En
este encuentro. La pregunta es, pero: ¿Es legítimo, justo o conveniente afirmar
que las inscripciones indígenas (orales o escritas), las inscripciones
memoriosas de los tricarnios aconcaguas, por caso, forman parte de la
Literatura? Si la literatura (con y sin mayúscula), tal como se la ha entendido
por siglos y tal como se la entiende habitualmente en nuestros días (cf. el
Diccionario de la R.A.E.), es producto de una cultura determinada, la
"occidental", ¿no estaríamos reponiendo el gesto asimilador, borrador
de singularidades y diferencias, al denominar sin más literatura a aquellas
tradiciones no occidentales de inscripción y de "relación"? Pero, a
la vez, ¿no caeríamos en la reiteración del gesto contrario, que en el fondo
acaso no sea sino la otra cara del mismo, gesto de exclusión, si negamos el
carácter literario a las inscripciones memoriosas no occidentales, en este caso
amerindias? Y si esto es así, ¿cómo responder, cómo ser responsable
simultáneamente ante ambas demandas contrapuestas?
3. ¿Qué hay de la posibilidad de la
traducción entre culturas? ¿Qué hay de la posibilidad de una traducción no
apropiante o no asimiladora entre diferentes tradiciones de inscripción? Una
traducción que no asimile el 'contenido' o el 'sentido' del otro (texto), ¿no
es acaso lo imposible mismo? ¿Qué hay, sin ir más lejos, de la posibilidad de un
poema aconcagua ultra-moderno? Y si las diferencias y diferendos entre
culturas, como sugiere nuestra lectura del complejo Aconcagua, tarde o temprano
se introyectan en el seno de una misma (dual) cultura, evidenciando con ello
que una cultura nunca coincide ni se identifica enteramente consigo misma, que
la diferencia "interna" opera como la "externa", ¿desdeñar
la aporía de lo imposible en traducción no vendría a ser acaso un gesto
suicida?
4. En fin, otra posibilidad, ¿qué hay de
una escritura que, sin borrar ni mezclar sin más las diferencias entre
culturas, sino enfrentándolas y exponiéndolas, abra campo al encuentro entre
proveniencias culturales e idiomáticas diversas? Tal gesto entreverante, tal
poética del tinku entre escrituras, ¿no daría acaso lugar a un 'poema'
memorioso de las tradiciones y acontecimientos que lo constituyen y a la vez
inaudito, un "tinku" sin precedentes? ¿Y a esta escritura del carajo,
del carajo entreveraz y tinkudo, a la vez alógena e indígena, aún la vamos a llamar
"Literatura"? ¿O, sin tomarle el pelo a nadie, y muy menos a la
tradición e institución literaria, pero también diciéndolo aquí sin pelos en la
lengua, no fuera acaso mejor diferir la decisión en torno al nombre y a la
clasificación de la "cosa"? De entrada, en fin y al cabo, ¿a qué
apurar el entrevero.
Jajajajajaj algún loco peruano queriendo trastocar la esencia del tinku originario de Bolivia para poder plagiar, robar y lucrar en su país.
ResponderEliminarSon puras patrañas.