Los macha fueron la etnia dominante
dentro de la federación de los Qaraqara, este grupo étnico estaba dividido en
dos grandes mitades llamadas Alasaya y Majasaya, denominaciones aymaras que
significan respectivamente “los de Arriba” y “los de Abajo”. (Tristan Platt,
1988)
Actualmente su territorio se halla
circunscrito a la primera sección municipal de la provincia Chayanta del
departamento de Potosí. La localidad de Macha (en la época colonial pueblo de
indios según las ordenanzas toledanas) esta sobre el camino entre las ciudades
de Llallagua, Sucre y Potosí, es cabecera de valle y los idiomas que se habla
son el quechua, el castellano y el aimara.
El Tinku se realiza en Macha, los días 3
y 4 de mayo de cada año, aunque también se lleva a efecto en estas fechas en
las poblaciones de Ocurí, Pocoata, Chayanta del norte de Potosí Mientras iba
recorriendo el camión —el último tramo— antes de llegar a Macha destacaba
nítidamente la torre de la iglesia en el conjunto del pueblo, construida esta
en las faldas de los cerros y a orillas de dos ríos, los cuales confluyen para
formar el río grande.
Llegamos a Macha con una serie de
inquietudes e interrogantes sobre el Tinku, recogidas de las expresiones tanto
de vecinos de Llallagua, de los comerciantes que viajaban a Macha, como de los
jóvenes que llevaban sus adornos y atuendos para participar en la fiesta. Era
el día 2 de mayo y el arribo de los comunarios al pueblo para la fiesta recién
seria el día 3 en la noche. Esto nos permitió tomar contacto con el núcleo de
vecinos de Macha, con los comerciantes que llegaban de Llallagua, Oruro, como
el caso de las vivanderas provenientes de Colquechaca (centro minero aledaño,
en el que se extraía plata y ahora estaño). Ese día se escuchó el sonido de los
dinamitazos; un profesor rural nos indico que era la forma en que los
comunarios se llamaban para reunirse en sus cabildos, para luego emprender el
recorrido hacia el pueblo. En el ambiente se percibía una tensión disimulada, y
las ideas que recibíamos nos iban presentando a los participantes del Tinku
como una especie de personajes salvajes que se enfrentaban entre sí, se mataban
sin respetar a nadie. Motivo por el cual nuestra primera reacción era de cierta
cautela y de evitar acercarnos a ellos, estabamos predispuestos por los juicios
valorativos en horas previas que nos hacían temer posibles agresiones. Cuando
empezaron a llegar, la plaza del pueblo se encontraba vacía, los comerciantes
apostados en el lado este y norte tenían sus toldos bien cerrados. Los grupos
de comunarios llegaron a la plaza pasada la media noche del día 3 de mayo,
primero los Uluchis, luego los Salinas, los Bombori, haciéndose incontables.
Cada uno venia en grupos controlados por el Mayura, sus Jilanqus (autoridades
tradicionales de los ayllus), Imilla wawas (mujeres solteras, escogidas con
anterioridad) y el Alférez o pasante de la fiesta, quienes provistos de
chicotes de cuero trenzado les incitaban a bailar gritándoles “tusuychis
carajo”. La música de los jula julas marca el paso de los bailarines que en
acompasada danzan formando un círculo en cada esquina y dan vueltas zapateando
en el mismo sentido de las manecillas del reloj y viceversa. Al ingresar a la
plaza, pasan por la iglesia y se dirigen a la torre, ahí empezaron a challar y
hacer libaciones a la misma gritando “sumaj Tinku” como un augurio de buena
suerte. En frente de ellos se habían acomodado cerca de una decena de mujeres
que vendían alcohol y singani. Los primeros enfrentamientos se dan
repentinamente y comienza una pelea entre. Al día siguiente nos informamos que
en esta primera pelea entre los Uluchi y los Bombori murió un joven de 17 años
de Bombori, recién vuelto del cuartel, cuyo padre había muerto en el anterior
Tinku en carnavales. El “arreglo” en esta caso consiste en la “paga” de ganado
vacuno a los familiares del occiso. Toda la noche se repitió el cuadro en el
cual grupos de hombres y mujeres llegaban y hacían su recorrido pasando por la
iglesia, para luego dirigirse hacia a la “turri mallku” a ch’allar. En este
lapso de tiempo no intervinieron los vecinos, ni tampoco la policía.
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