viernes, 25 de julio de 2014

El Tinku En Macha

Los macha fueron la etnia dominante dentro de la federación de los Qaraqara, este grupo étnico estaba dividido en dos grandes mitades llamadas Alasaya y Majasaya, denominaciones aymaras que significan respectivamente “los de Arriba” y “los de Abajo”. (Tristan Platt, 1988)
Actualmente su territorio se halla circunscrito a la primera sección municipal de la provincia Chayanta del departamento de Potosí. La localidad de Macha (en la época colonial pueblo de indios según las ordenanzas toledanas) esta sobre el camino entre las ciudades de Llallagua, Sucre y Potosí, es cabecera de valle y los idiomas que se habla son el quechua, el castellano y el aimara.
El Tinku se realiza en Macha, los días 3 y 4 de mayo de cada año, aunque también se lleva a efecto en estas fechas en las poblaciones de Ocurí, Pocoata, Chayanta del norte de Potosí Mientras iba recorriendo el camión —el último tramo— antes de llegar a Macha destacaba nítidamente la torre de la iglesia en el conjunto del pueblo, construida esta en las faldas de los cerros y a orillas de dos ríos, los cuales confluyen para formar el río grande.




Llegamos a Macha con una serie de inquietudes e interrogantes sobre el Tinku, recogidas de las expresiones tanto de vecinos de Llallagua, de los comerciantes que viajaban a Macha, como de los jóvenes que llevaban sus adornos y atuendos para participar en la fiesta. Era el día 2 de mayo y el arribo de los comunarios al pueblo para la fiesta recién seria el día 3 en la noche. Esto nos permitió tomar contacto con el núcleo de vecinos de Macha, con los comerciantes que llegaban de Llallagua, Oruro, como el caso de las vivanderas provenientes de Colquechaca (centro minero aledaño, en el que se extraía plata y ahora estaño). Ese día se escuchó el sonido de los dinamitazos; un profesor rural nos indico que era la forma en que los comunarios se llamaban para reunirse en sus cabildos, para luego emprender el recorrido hacia el pueblo. En el ambiente se percibía una tensión disimulada, y las ideas que recibíamos nos iban presentando a los participantes del Tinku como una especie de personajes salvajes que se enfrentaban entre sí, se mataban sin respetar a nadie. Motivo por el cual nuestra primera reacción era de cierta cautela y de evitar acercarnos a ellos, estabamos predispuestos por los juicios valorativos en horas previas que nos hacían temer posibles agresiones. Cuando empezaron a llegar, la plaza del pueblo se encontraba vacía, los comerciantes apostados en el lado este y norte tenían sus toldos bien cerrados. Los grupos de comunarios llegaron a la plaza pasada la media noche del día 3 de mayo, primero los Uluchis, luego los Salinas, los Bombori, haciéndose incontables. Cada uno venia en grupos controlados por el Mayura, sus Jilanqus (autoridades tradicionales de los ayllus), Imilla wawas (mujeres solteras, escogidas con anterioridad) y el Alférez o pasante de la fiesta, quienes provistos de chicotes de cuero trenzado les incitaban a bailar gritándoles “tusuychis carajo”. La música de los jula julas marca el paso de los bailarines que en acompasada danzan formando un círculo en cada esquina y dan vueltas zapateando en el mismo sentido de las manecillas del reloj y viceversa. Al ingresar a la plaza, pasan por la iglesia y se dirigen a la torre, ahí empezaron a challar y hacer libaciones a la misma gritando “sumaj Tinku” como un augurio de buena suerte. En frente de ellos se habían acomodado cerca de una decena de mujeres que vendían alcohol y singani. Los primeros enfrentamientos se dan repentinamente y comienza una pelea entre. Al día siguiente nos informamos que en esta primera pelea entre los Uluchi y los Bombori murió un joven de 17 años de Bombori, recién vuelto del cuartel, cuyo padre había muerto en el anterior Tinku en carnavales. El “arreglo” en esta caso consiste en la “paga” de ganado vacuno a los familiares del occiso. Toda la noche se repitió el cuadro en el cual grupos de hombres y mujeres llegaban y hacían su recorrido pasando por la iglesia, para luego dirigirse hacia a la “turri mallku” a ch’allar. En este lapso de tiempo no intervinieron los vecinos, ni tampoco la policía.

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